XIV SEMINARIO BORDES. Anhelo de plenitud El andrógino y otros paraísos perdidos

Abstract

En esta nueva edición del seminario Bordes, un encuentro de artistas e investigadores de las humanidades, nos proponemos revisar distintos imaginarios de la plenitud o ilusión de totalidad. El paraíso cristiano, el encuentro místico con la divinidad, el mito griego del andrógino, la cornucopia, el Mundo Nuevo, Tierra de Gracia… considerando que es inherente a la naturaleza humana la existencia de historias y símbolos asociados a la ausencia de límites o carencias, tiempos dorados o edades arcaicas de inocencia y abundancia. La riqueza y exuberancia como condiciones naturales perdidas, la inexistencia de pobrezas o desigualdades, la ausencia de falta, la utopía de plenitud, la ilusión del enamoramiento. El psicoanálisis abordó este tema desde el mito de Edipo y la instauración del orden paterno o la ley simbólica para marcar límites en un sujeto que al nacer es puro deseo informe. El célebre “perverso polimorfo” es el humano amoral, antes de que el cuerpo sea marcado por mapas restrictivos y ordenadores, que debe ser “castrado”, metáfora de una aceptación de que no podemos ser todo y uno con la madre y el universo, que tenemos carencias, que estamos incompletos. Platón en El Banquete pone en boca de Aristófanes una descripción del amor como la búsqueda de la otra mitad que falta para alcanzar la perfección de aquellos primeros humanos andróginos, los “hombres bola” que en Venezuela ha interpretado Nelson Garrido en las artes visuales, que fueron cercenados por los dioses para evitar la soberbia que generaba la posesión de ambos sexos en todo su esplendor. Así Jehová expulsó del Paraíso a Adán y Eva por atreverse a probar del árbol de la sabiduría. Con el conocimiento viene la carencia, la necesidad de ganar el pan con el sudor de su frente, es decir la independencia. La autonomía que viene con la caída de la gracia divina es marcada por la falta, por el cese del suministro ilimitado de recursos, que no había que ganarse antes, en esos tiempos primordiales de inocencia, porque eran dados. América es imagen de paraíso para los colonizadores europeos, con sus paisajes exuberantes y territorios vastos, de colores y temperaturas distintas. La ilusión de una naturaleza abundante y generosa, ilimitada en sus riquezas, un Mundo Nuevo para construir a semblanza de los ideales realistas, católicos o puritanos. Hoy Oriente es utopía de plenitud y equilibrio, ilusión de sabiduría mística y regeneración. Existe otra forma distinta de utopía en las fantasías futuristas post orgánicas, que proponen la abolición del cuerpo y de cualquier límite o distinción entre géneros y especies, incluso entre el humano y la máquina. Desde el Manifiesto Cyborg de Donna Haraway se ha seguido explorando esta noción que, a diferencia de otras teorías, no plantea un retorno sino la construcción de subjetividades radicalmente nuevas. En otra corriente de la psicología analítica, liderada por Carl Jung, se propone una visión de la unidad como destino, en un camino de integración de los distintos aspectos de la psique, llamado individuación. Este proceso lo asemejan metafóricamente a la alquimia, y se basa principalmente en la relación dinámica entre los opuestos, para llegar a una Mysterium Conjunctio, paradoja mística que describe la totalidad de nuestra complejidad humana y natural. En este modelo teórico es fundamental la dualidad entre lo femenino y lo masculino, en franca oposición a otras psicologías más culturalistas como la lacaniana, considerando que hay una especie de principios esenciales masculino animus y femenino anima. Este planteamiento resulta controversial hoy, ante el cuestionamiento de la división binaria de la sexualidad y las constantes revisiones que hacen activistas y filósofos contemporáneos como Judith Butler y Paul B. Preciado a las nociones de género. El movimiento gay surge en los años sesenta del siglo pasado para proteger a sujetos que se desviaban de la heteronormatividad. Hoy se ha establecido en poder y continúa renovándose bajo otros nombres, pues siempre existirán aquellos excluidos de los discursos que procuran aglomerar, unificar y reivindicar. Existe una tendencia que propone la abolición de los géneros como un regreso a esa libertad primigenia que plantea Foucault en su historia de la sexualidad. Quizá sea otra forma de paraíso perdido, como la utopía marxista y el comunismo primitivo. Aunque desde la visión de los defensores de la familia tradicional, los tiempos dorados perdidos son aquellos donde las buenas costumbres imperaban y estas escandalosas desviaciones ignoradas. Esto sin considerar que no se encuentra en la historia registro fidedigno de culturas donde no exista desviaciones de la norma, cualesquiera que haya sido, en las interacciones sexuales individuales. Tampoco se conoce una sociedad sin abusos de poder, violencia o desigualdades sociales, pero en todas las culturas y en todos los tiempos hay imágenes míticas de alguna forma de esta perfección o plenitud. Siguen proliferando sectas que brindan la ilusión de totalidad y contención en el siglo XXI. Los seres humanos seguimos buscando el amor y la perfección.